lunes, enero 31, 2022

Memoria histórica: La revista Tendencias y su aporte a la transición democrática


Por Guillermo Mejía

 

A lo largo de una década, en los albores de la firma de la paz hace 30 años, la ya desaparecida Revista Tendencias fue un foro de discusión acerca de la transición salvadoreña tras la guerra civil desde la perspectiva de una diversidad de voces nacionales e internacionales, a lo que se sumó el trabajo de periodistas locales y extranjeros en un nuevo escenario tras el silencio de los fusiles.

 

El proyecto intelectual fue concebido por un grupo de intelectuales, entre ellos el historiador Roberto Turcios, la cientista social Breny Cuenca y el escritor y periodista Horacio Castellanos Moya, a los que se sumaron otros profesionales desde diversos campos, periodístico, social, económico, político y cultural cuyos aportes se encuentran en al menos 80 ediciones del producto editorial hasta su cierre.

 

Recientemente, el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), dirigido por Carlos Henríquez Consalvi -“Santiago” de la Radio Venceremos-, informó que ha colocado al servicio de investigadores y público interesado el valioso archivo documental perteneciente a la Revista Tendencias, que desde 1991 al año 2000 tuvo un destacado papel en la posguerra, difundiendo la vida cultural y política del país.

 

“Este acervo fue donado al MUPI por su director el historiador y filósofo Roberto Turcios”, señaló el Museo. “En la Revista Tendencias, se publicaban artículos, investigaciones, crítica literaria y otros textos sobre el quehacer cultural, artístico y los cambios políticos de esa época. Con el fin del Conflicto Armado, nacen nuevos espacios y revistas, donde se expresa un nuevo crisol de escritores y artistas. Aunque después de un tiempo estos medios no sobrevivieron, sin embargo, dejaron un importante legado historiográfico a través de los archivos que generaron”, consignó la entidad cultural.

 

“La Colección Tendencias, ahora a disposición del público interesado, consta de las ediciones de la revista, así como textos y dibujos originales, centenares de fotografías históricas sobre personajes y eventos de arte, cultura y política”, agregó el MUPI sobre tan importante legado que viene a coadyuvar al tesonero trabajo intelectual sobre la memoria histórica en una sociedad tan olvidadiza.

 

Como parte de la producción editorial de la revista, en mi calidad de periodista y jefe de redacción, creo importante reseñar algunos pasajes de este nuevo tipo de producto que se insertó en la sociedad salvadoreña con la firma de la paz, y también creo necesario dejar constancia del hecho ante la falacia de querer deslegitimar el proceso de diálogo-negociación entre las partes en conflicto por 12 años.

 

Para que la entonces guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y los respectivos gobiernos de turno –el del PDC, en 1984, y el de ARENA, a partir de 1989- se sentaran en torno a la mesa de discusión, hasta la firma de la paz en 1992, hay tomar en cuenta la participación activa de la sociedad civil, así como especialmente de la voz de la Iglesia Católica en la personalidad de pastores como Mons. Arturo Rivera y Damas y el Cardenal Gregorio Rosa Chávez. Hay que tomar en cuenta también a la Comunidad Internacional.

 

En el artículo ¿Revolución política?, edición número 6, enero de 1992, se lee: “Se ha firmado la paz. El Salvador ha contemplado un poco estupefacto el aceleramiento y desenlace dramático de todo el proceso: la gente pasó calidoscópicamente por la incredulidad, la pesadumbre por sus muertos, los recuerdos, la alegría, la reflexión y la esperanza. No existe euforia manifiesta en ninguna de las partes, ni tampoco en el conjunto de la sociedad. Más bien se trata de una expectativa precavida, que es congruente con la naturaleza del fenómeno y transformaciones que se están viviendo: el fin de un período histórico y el comienzo de otro. Pero ¿qué acaba y qué comienza?”

 

La edición número 7, febrero de 1992, se centra en un acercamiento al relato del inicio del proceso en el terreno, cese de fuego, punto de partida de la aplicación y verificación de los acuerdos de paz, inicio de COPAZ y de la inserción de los líderes del FMLN a la vida política nacional. Se muestra una serie de análisis y crónicas sobre ese momento fundamental en la historia salvadoreña.

 

“El propósito principal de Tendencias es participar en este proceso de construcción o reconstrucción de país que estamos viviendo. No es que pretendamos contar con ideas geniales, sino que consideramos que las que tenemos, por ser producto de un proceso de estudio, discusión e intercambio, deben ser abordadas públicamente. En el fondo, la razón principal es que quienes estamos en PREIS compartimos el sueño de un país democrático y sin pobreza y la convicción en la apasionada capacidad creativa de los salvadoreños”, se dice en el espacio Carta de los editores. (PREIS fue el Programa Regional de Investigación sobre El Salvador, en el que nació la revista con su publicación número uno, en julio de 1991).

 

Uno de los pilares de la formación de la sociedad democrática es la libre discusión de ideas y esa es también parte de los objetivos planteados por el equipo editorial: “Uno de nuestros propósitos es participar en la creación de una nueva opinión pública, porque creemos que su protagonismo destacado es imprescindible para la democracia. Uno de los estorbos para la gestión de la opinión pública es el autoritarismo, eso modo tan extendido y tan fecundo para reproducir las perversidades del poder. En cambio, un proceso que se construye y enriquece desde las visiones diversas y contrarias que tratan de decidir en las decisiones públicas, puede convertirse en un factor de transformación del país y de disuasión para la arbitrariedad y la corrupción”, se lee en la Carta de los editores de la edición número 13, agosto-septiembre de 1992.

 

Horacio Castellanos Moya, uno de los autores salvadoreños de mayor proyección, escribió sobre Los intelectuales en la transición, en el número 12, julio de 1992: “La militancia política del intelectual es tema obsoleto en muchos países, no así en El Salvador, donde más de una década de guerra civil (con la consecuente polarización política e ideológica) produjo vicios y taras que resultan contraproducentes en una etapa de transición hacia la democracia. De ahí la necesidad de un debate abierto en torno a las funciones de la intelectualidad en El Salvador actual, un debate que parta de la herencia innegable de la guerra y abra horizontes. Tal es el espíritu del que surgen las siguientes propuestas”. Luego desarrolla los tres ejes: la independencia de criterio, el pensamiento propositivo y la transparencia.

 

Pero no todo fue color de rosa en el proceso y el cumplimiento de los acuerdos de paz, tal como se denuncia en la Carta a los editores del número 10, mayo de 1992: “Cuando se reflexione a distancia sobre la negociación, asombrarán algunas cosas. Entre ellas, que la Fuerza Armada y el FMLN firmaran, frente a frente, un acuerdo trascendental. Sin embargo, podrá percibirse que los acuerdos se lograron a contrapelo de la voluntad de un sector difuso pero poderoso. Ese sector conservador, afincado en el ejercicio autoritario del poder, se arraiga en los intereses agrarios tradicionales pero posee múltiples identidades y ramificaciones”.

 

“Los poderes conversadores han asumido el advenimiento de los Acuerdos de Paz como una derrota privada. Su influencia ideológica y su poder real en distintas esferas, les ha permitido ensombrecer las actitudes constructivas. Un ejemplo de ello sería la posición asumida por el conjunto de la empresa privada, incluyendo los grupos considerados modernos y abiertos al cambio, al negarse a participar en el despegue del Foro de Concertación Económica Social. Para tal actitud se ofrece un argumento inconsistente: no se puede dialogar porque hay intranquilidad social. Aplicando esa perspectiva, el gobierno y el FMLN no habrían podido negociar porque había guerra. La cuestión es lamentable porque el Foro es un espacio de encuentro para que diversos actores con intereses contrapuestos negocien una ruta de acuerdos sucesivos, que resulte en la estabilidad del país”, agrega. (Para todos es conocido que tras 30 años de la firma de la paz, la ausencia de condiciones socio-económicas justas para los salvadoreños es uno de las patas cuicas, una de las deudas sensibles que es necesario saldar retomando esos acuerdos de paz).

 

En la edición número 9, abril de 1992, se consultó a varios salvadoreños sobre: 1. ¿Qué ha cambiado en el país desde que se firmó la paz?, y 2. ¿Qué no ha cambiado que debería haber cambiado? Jorge “Mágico” González, el mejor futbolista cuscatleco, respondió: 1. Hay sacrificios en quienes por medio del trabajo quieren superarse. Es un gran incentivo, es bien productivo, para nuestro pueblo. Hay cambios a nivel de pensamiento. Todos sabemos lo que ha pasado y nos alegramos por lo que está sucediendo en el país. 2. El conflicto nos sigue dañando, pero va superarse poco a poco. Desgraciadamente no sufrí a la par de nuestro pueblo. Me siento cobarde. Me perdí un conflicto bélico entre nuestros hermanos y me siento mal.

 

Obviamente, es una muestra de lo que se puede encontrar en la Colección Tendencias, ahora a disposición de investigadores y público interesado en el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI). Por razones de espacio y para ser justos, me resulta muy difícil nombrar a cada una de las personas que mostraron sus aportes artísticos, sus crónicas y reportajes, sus análisis y reflexiones, etcétera. Hay que darse una visita por el MUPI para apreciar esta parte importante que nutre a nuestra memoria histórica. Digámosle no al oportunismo polítiquero que pretende desconocer el significado de la guerra fratricida, la firma de la paz y las deudas que aún están pendientes en el ya comenzado siglo XXI.

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