jueves, julio 31, 2025

En el Día del Periodista, la guía de Javier Darío Restrepo


Por Guillermo Mejía

Al periodismo con mayúsculas siempre le ha tocado navegar en la tormenta, pues incomoda, desata la ira del poder y pone una alta cuota de sacrificio, asesinato, exilio, destierro, desempleo, bola negra, situaciones anómalas que se han tornado comunes alrededor del mundo y el marco de la paradójica sociedad de la información y del conocimiento.

 

Al buen periodista le toca batallar también en el mar de la desinformación donde su trabajo queda relegado ante la presencia de productos que destilan propaganda y publicidad, desarrollados por sujetos impostores que responden a intereses mezquinos, potenciados por las redes sociales.

 

De igual forma se encuentra el “periodismo” complaciente, faldero, publirrelacionista, que baila al son de poderes fácticos, y es recompensado con prebendas y tajadas del pastel propagandístico y publicitario. Son amanuenses que copian los dictados de la variedad de patrocinadores.

 

En esas circunstancias, resulta satisfactorio encontrar la obra Javier Darío Restrepo, el faro de la ética: Guía para ser un buen periodista (2025), bajo la autoría de 14 periodistas, investigadores y académicos de México y Colombia coordinados por el periodista y maestro José Luis Jáquez Balderrama, de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

 

“Las aportaciones de Don Javier en lo académico, periodístico, familiar y a su patria, que van incluidas en este libro, son una verdadera guía para ser un buen periodista. Lo necesita México, Colombia y las democracias que peligran”, escribe en la presentación de la obra Jáquez Balderrama.

 

La vida de Javier Darío Restrepo (1932-2019), nacido en Colombia, se divide en cuatro etapas: el sacerdote jesuita, el reportero, el defensor del lector y el maestro. Un detalle es que en los albores de la guerra civil salvadoreña hizo coberturas para la televisión de su país, luego realizó visitas periódicas en su papel de mentor de Ética Periodística.

 

Nos cuentan los autores que, de sus 87 años de vida, el maestro dedicó cerca de 50 años al periodismo. Escribió 28 libros sobre periodismo, ética, novelas y ensayos. Fue reportero de televisión durante 27 años, columnista de periódicos, director de revista, defensor del lector y maestro de la Fundación Nuevo Periodismo. Recibió numerosos reconocimientos.

 

“Todos sabemos que el periodismo estriba en contar lo que pasa. Pero no es una mera relatoría de sucesos, es la búsqueda de significados. Darle sentido a lo que ocurre es propiciar que la gente se articule en propósitos comunes. Es construir ciudadanía. Con gran lucidez, Javier Darío entendía que nuestra existencia como periodistas sólo se explica en función del servicio que damos a los demás”, prologa el periodista y académico mexicano Gerardo Albarrán de Alba.

 

El periodista y académico colombiano Hernán David Restrepo Cardona recuerda en la obra que antes de morir, el maestro Restrepo escribió de su puño y letra: “He llegado a pensar que a la ética no le pasa lo que a otras disciplinas de la mente que cambian con los tiempos y las tecnologías. La ética no cambia, es la misma. Sólo que con distintas aplicaciones que permiten cosecharla mejor”.

 

La obra Javier Darío Restrepo, el faro de la ética: Guía para ser un buen periodista se compone de tres partes que, considerando lo expuesto por Jáquez Balderrama, se pueden resumir así:

 

-En la primera se describe la trascendencia del escritor para el periodismo global en los capítulos “El legado de Javier Darío Restrepo en la ética periodística” –elaborado por el periodista colombiano Hernán Restrepo, quien fungió como gestor de contenidos de la Red Ética de la Fundación Gabo entre los años 2011 y 2022- y “El faro de la ética del periodismo en Iberoamérica”. Se incluyen además un sucinto recuento de la vida y obra de Javier Darío Restrepo, así como un análisis de su “Decálogo del buen periodista”, epítome del fundamento deontológico construido por Javier Darío a lo largo de más de medio siglo de ejercicio periodístico.

 

-En la segunda parte se aporta material producto de charlas personales, entrevistas periodísticas, conferencias, sus talleres y seminarios desarrollados en la ciudad de Chihuahua. En estos materiales destacan valiosos conceptos del periodista. Decía Restrepo: “Tenemos un aire de libertad, pero contaminado con el temor”. Lamentaba profundamente la situación en su país a causa de la guerrilla y del narcotráfico. Comentaba: “Colombia se dividió en torno a un tema que debería unirla: la paz”. Fue un crítico severo del “periodismo oficial”, al que calificaba como “periodismo de rebaño”.

 

-En la tercera parte del libro se incluyen colaboraciones elaboradas fuera de Chihuahua, que dan testimonio del pensamiento y el legado de Javier Darío. Acá se encuentran materiales como su ponencia “Un defensor en tiempo de crisis”; un análisis del hombre, el periodista y el clérigo a cargo de la teóloga y escritora Isabel Corpas de Posada, titulado “Testimonio de primavera eclesial”; la transcripción de la última entrevista en vida de Javier Darío, el 4 de octubre del 2019, en la presentación de su último libro, La constelación ética; y el material “Mi papá a través de los papeles”, escrito por su hija Gloria Inés Restrepo Castañeda.

 

El 31 de julio se celebra en El Salvador el Día del Periodista y es una excelente oportunidad para leer la obra Javier Darío Restrepo, el faro de la ética: Guía para ser un buen periodista a fin de hacer reflexión sobre los retos del periodista en la actualidad y la importancia de mantener una postura ética en el trabajo periodístico para ser considerado profesional.

 

Aviso:

A continuación, el link de la web mexicana Palabra Propia del periodista y académico José Luis Jáquez Balderrama, de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde pueden leer la obra o bajarla en archivo PDF: https://palabrapropia.com/javier-dario-restrepo-el-faro-de-la-etica/  

miércoles, julio 16, 2025

La desinformación potenciada con Inteligencia Artificial (IA)

Por Guillermo Mejía

Las herramientas de la Inteligencia Artificial (IA) –cada vez más sofisticadas- son un invaluable recurso a nuestra disposición, con los retos que suponen; sin embargo, también han potenciado y refinado los mecanismos de desinformación existentes, ante los cuales la sociedad carece de defensas.

 

Las conclusiones se derivan del estudio de la Fundación Luca de Tena, de España, titulado “Los nuevos contornos de la desinformación – 2025”, cuya base es una investigación en el marco de la campaña electoral de las elecciones europeas del 9 de junio de 2024, para entender las técnicas de manipulación digital a través de redes sociales.

 

“La identificación de formatos se hizo a partir de la escucha social realizada desde ocho perfiles de redes sociales creados en Instagram, Facebook, X y TikTok a los que se dotó de una personalidad propia, con perfiles ideológicos o neutros y distintos campos de interés y experiencias de usuarios”, reza el informe.

 

El trabajo permitió constatar “la generalización de las recomendaciones polarizadoras por parte de las redes sociales, así como la emergencia y evolución de nuevos formatos de desinformación, a menudo alimentados con Inteligencia Artificial (IA) cada vez más sofisticados y extendidos”, añade.

 

La desinformación reinante en la sociedad actual ha sido preocupación constante a partir de su presencia en el sistema de medios de comunicación colectiva y, en el presente, desbordada con la experiencia de las redes sociales, pero el fenómeno se ha complejizado aún más con el desarrollo paulatino de las herramientas de la Inteligencia Artificial (IA).

 

Las principales conclusiones resumidas del estudio son las siguientes:

 

1.- Los falsos medios y las granjas de contenidos, una seria amenaza a la supervivencia de los medios de información

La inteligencia artificial ha llevado a la desinformación a otro nivel. Esta tecnología permite generar ilustraciones o pretendidas fotografías cuyo contenido apela directamente a las emociones de los usuarios al resultar conmovedoras, tiernas o simplemente chocantes. Se han detectado contenidos “señuelo”, que incluye un primer comentario que invita al usuario a ampliar la información en un enlace externo. Se trata de la puerta de acceso a un falso medio o granja de contenidos. En esta fase la inteligencia artificial alimenta todo el proceso, desde el diseño y la creación de una web como la de los contenidos, en su mayoría falsos artículos de prensa sobre personajes conocidos y celebridades. Estas publicaciones suelen abordar temas controvertidos o emocionalmente impactantes, lo que asegura así un alto nivel de visibilidad. Aprovechando esta exposición, los actores malintencionados insertan comentarios que contienen enlaces o referencias a sitios web que, aunque parecen ser fuentes legítimas, son en realidad portales diseñados para engañar al usuario.

 

Una característica destacada y especialmente preocupante de estos sitios es que frecuentemente contienen espacios publicitarios que generan ingresos económicos. Muchas veces las empresas reales pagan por estos anuncios a través de sistemas de publicidad programática sin conocer el contexto en el que aparecerán sus marcas. Esto no solo proporciona financiamiento a los falsos medios, sino que también les otorga una legitimidad aparente ante los ojos de los usuarios. Además, estas páginas pueden recopilar información personal de los visitantes, aumentando los riesgos para la privacidad y seguridad de los datos.

 

El auge de los falsos medios o granjas de contenidos no solo desinforma al público, sino que también socava el modelo económico de los medios de comunicación legítimos. Al capturar una porción significativa del tráfico digital y los ingresos publicitarios, estas granjas de contenido privan a los medios auténticos de recursos esenciales para mantener la calidad y el alcance de su labor informativa.

 

2.- La desinformación como fenómeno continuo y adaptativo

La desinformación ya no es un fenómeno puntual vinculado exclusivamente a momentos de alta actividad política, como las campañas electorales. Se ha transformado en un flujo continuo, con actores que operan fuera del radar institucional y que, gracias a la persistencia de las plataformas digitales, pueden mantener sus narrativas durante largos periodos. Esto supone un desafío mayor para las instituciones democráticas, que tradicionalmente han estructurado sus esfuerzos de control y verificación en torno a calendarios electorales.

 

La capacidad de estos actores para adaptar sus mensajes y técnicas a diferentes perfiles, utilizando IA para generar contenido personalizado y dirigido, incrementa la eficacia de sus campañas. Esto se observa claramente en la interacción de los perfiles que creamos, donde aquellos con intereses específicos o vulnerabilidades claras, como la preocupación por la inmigración o el medio ambiente, fueron objeto de mensajes desinformativos especialmente diseñados para resonar con esas preocupaciones.

 

3.- La inteligencia artificial y la sofisticación de los bulos

La inteligencia artificial tiene un papel cada vez más relevante en la generación de contenidos desinformativos. Este estudio ha documentado la proliferación de imágenes, vídeos y textos manipulados mediante IA, lo que no solo amplifica el alcance de la desinformación, sino que dificulta enormemente su detección y refutación. Los deepfakes y las suplantaciones de identidad digital se han convertido en herramientas habituales para los desinformadores, quienes ahora cuentan con tecnologías que les permiten recrear con gran realismo figuras públicas o fabricar hechos complemente falsos. La IA facilita la creación de lo que podríamos llamar “bulos-comodín”, narrativas falsas que se replican con ligeras variaciones en distintos contextos geográficos y temporales, aprovechado el desconocimiento o la confusión de los usuarios sobre temas complejos o polémicos.

 

4.- La polarización como estrategia y resultado

La polarización emerge en este estudio como una estrategia central en las campañas de desinformación, pero también como un resultado preocupante de estas prácticas. Los perfiles que analizamos recibieron de manera sistemática contenidos que exacerbaban divisiones sociales y políticas, presentando realidades simplificadas y antagonistas que buscan movilizar a los usuarios hacia posiciones extremas.

 

Una de las conclusiones más importantes de nuestro estudio es la aparente imposibilidad de mantener una postura moderada o apolítica en las redes sociales. A pesar de que los perfiles creados para esta investigación no expresaban en su mayoría preferencias ideológicas claras, el algoritmo de las plataformas insistió en exponerlos a contenidos polarizadores. Esta tendencia parece reflejar un sesgo estructural dentro de los sistemas de recomendación, diseñados para maximizar la interacción del usuario, lo que a menudo significa priorizar contenidos que generen fuertes reacciones emocionales, como la indignación o el miedo.

 

Lo que el estudio confirma es que esta dinámica de radicalización no discrimina; afecta por igual a usuarios ideológicamente indefinidos, arrastrándolos hacia narrativas extremistas a través de la personalización algorítmica. Esta inercia hacia los extremos plantea serias preguntas sobre el impacto de las redes sociales en la moderación del discurso público y la salud de las democracias contemporáneas.

 

5.- La segmentación y personalización de la desinformación

La segmentación de la desinformación es otro aspecto crítico que el estudio pone de relieve. Los perfiles fueron objeto de una personalización extrema en los contenidos desinformativos recibidos, que se ajustaban no solo a sus intereses manifiestos, sino también a sus vulnerabilidades latentes. Esto se hizo evidente en casos como el de David, el joven con interés en la inmigración, que recibió una avalancha de contenidos radicales y xenófobos, o el de Aitana, cuya preocupación por el medio ambiente la convirtió en blanco de bulos sobre políticas climáticas.

 

Esta personalización no solo incrementa la eficacia de las campañas de desinformación, sino que también plantea preguntas sobre la responsabilidad de las plataformas en la protección de sus usuarios. Las redes sociales, al priorizar la retención de usuarios sobre la calidad de la información, permiten que estos contenidos encuentren su camino hacia las personas más susceptibles de ser influenciadas.

 

6.- Desinformación transnacional y narrativas recurrentes

Este estudio subraya la dimensión transnacional de la desinformación, con narrativas que se replican en diferentes países y contextos, adaptándose ligeramente para encajar en los discursos locales. La cuestión migratoria es un claro ejemplo de esto, con bulos que cruzan fronteras y se adaptan a los miedos y prejuicios de cada sociedad. Estos “bulos-comodín” no solo se reproducen, sino que se refuerzan mutuamente, creando una sensación de verdad debido a su omnipresencia.

 

La recurrencia de estas narrativas plantea un desafío adicional para la verificación y educación mediática, ya que los usuarios se enfrentan a una repetición constante de las mismas mentiras, que terminan por normalizarse o aceptarse como posibles.

 

Un aspecto crucial dentro de la desinformación transnacional es el papel destacado que ha jugado Rusia en las estrategias globales de manipulación informativa contra Occidente. La maquinaria de desinformación rusa ha sido prolífica en la creación y difusión de narrativas que explotan las divisiones sociales y políticas en Occidente. A través de redes sociales como X (anteriormente Twitter) y Facebook, y con el respaldo de medios estatales como RT y Sputnik, se han amplificado temas sensibles como la inmigración, el nacionalismo, y la soberanía, con el objetivo de polarizar a las sociedades occidentales. Estas narrativas, cuidadosamente diseñadas, a menudo recurren a la fabricación de bulos o la manipulación de hechos, presentando a Rusia como un contrapeso moral y político a un Occidente corrupto y decadente.

 

7.- El auge de las estafas financieras en redes sociales: un problema generalizado

Uno de los aspectos más alarmantes que ha evidenciado el estudio es la proliferación de estafas financieras, particularmente aquellas relacionadas con criptomonedas, que ha inundado las redes sociales en los últimos años. Estas estafas no solo afectan a usuarios individuales, sino que también socavan la confianza en las plataformas digitales, las cuales parecen incapaces de controlar el flujo de contenido fraudulento que circula a través de sus sistemas.

 

Durante el análisis, observamos que varios de los perfiles de estudio, sin importar su demografía o intereses específicos, fueron repetidamente expuestos a este tipo de contenido. Las estafas con criptomonedas, en particular, han encontrado terreno fértil en redes como Facebook e Instagram, donde los estafadores se aprovechan de la falta de conocimientos técnicos de los usuarios y de la creciente popularidad de estas monedas digitales para engañarlos. A menudo, estas estafas se presentan bajo la apariencia de ofertas irresistibles, respaldadas por supuestas celebridades o figuras públicas, cuyas identidades han sido suplantadas mediante sofisticadas técnicas de manipulación digital.

 

El modus operandi de estas estafas es cada vez más sofisticado. Los estafadores emplean técnicas de ingeniería social para ganar la confianza de sus víctimas, prometiendo rendimientos exorbitantes y rápidos a cambio de pequeñas inversiones iniciales. Estos fraudes son facilitados por el diseño de las plataformas sociales, que permiten una fácil segmentación y personalización del contenido publicitario.

 

Resulta, pues, preocupante la escala desinformativa, que parece no tener fin, ahora potenciada con las herramientas de la Inteligencia Artificial (IA) sobre todo en la sociedad contemporánea que, en general, carece de alfabetismo mediático y digital, además que sobrevive bajo gobiernos que le apuestan a la desinformación en el ejercicio del poder.    

viernes, junio 13, 2025

El cultivo del pensamiento crítico ante la desinformación

Por Guillermo Mejía

En una atmósfera cargada de información, desinformación e información falsa no caería mal que desde la propia práctica en círculos familiares y sociales se haga un esfuerzo por cultivar el pensamiento crítico a fin de evitar caer en posturas sesgadas, sin sustento real, comportamientos públicos irresponsables y ser marionetas de intereses particulares.

 

Como sabemos, el pensamiento crítico sirve para analizar problemas desde múltiples perspectivas, cuestionar, evitar sesgos, enfrentar con confianza los desafíos éticos, manejar mejor el cambio y proponer soluciones, señala el experto Ian H. Normile, autor y académico de la Anglia Ruskin University del Reino Unido.

 

Pero, aunque parezca simple, “este tipo de pensamiento es poco practicado. En su lugar, no es raro que se aplique un pensamiento simplificador y egocéntrico, queriendo explicar todo a punta de causas únicas, buscando al ‘culpable’ y pensando que nuestra visión de las cosas es la única y siempre la correcta”, afirma el autor y académico costarricense Enrique Margery Bertoglia.

 

Para aclarar más el punto, explica que el “pensamiento egocéntrico” surge de la tendencia natural del ser humano a interpretar el mundo desde su propia perspectiva, asumiendo que su visión de la realidad es la única válida. Además, es un enfoque común en la infancia, y limita en el adulto la capacidad de adaptación y comprensión en contextos complejos.

 

Por lo tanto, “Este tipo de pensamiento limita el aprendizaje y promueve los conflictos interpersonales, pues ‘quien piensa diferente a mí es porque no entiende’. De ahí la importancia de combatir este pensar, rígido e inflexible, con un pensamiento reflexivo y objetivo”, afirma Margery Bertoglia.

 

Según él, desarrollar un pensamiento crítico es una competencia deseada tanto en el ámbito profesional, como en nuestra relación con los demás, ya que nos ayuda a establecer una comunicación más empática y respetuosa, a evitar juicios precipitados, y tomar mejores decisiones.

 

“Incluso, es una habilidad que ponemos en práctica en la vida diaria a través de distintas plataformas de comunicación como redes sociales, videojuegos en línea, y recientemente a través de tecnologías de inteligencia artificial generativa (como ChatGPT). El pensamiento crítico permite evaluar la veracidad de la información recibida, prevenir el plagio, combatir nuestros sesgos, formular mejores preguntas y aprovechar al máximo estas herramientas”, agrega el autor y académico costarricense.

 

Si bien tanto Normile como Margery Bertoglia hacen sus reflexiones y propuestas desde el ámbito educativo, espacio básico para nuevas y viejas generaciones a partir de su importancia -y por cierto muy descuidado en nuestra sociedad- hay que decir que también tiene una relación insoslayable con el ámbito de la información y la comunicación.

 

Las prácticas para el desarrollo del pensamiento crítico

 

Margery Bertoglia señala que, por su capacidad de procesar información de manera objetiva, reflexiva y estratégica, el pensamiento crítico busca una comprensión más profunda del mundo, al trascender prejuicios, sesgos y suposiciones no examinadas. Todo con base en seis prácticas para su desarrollo:

 

1.- Curiosidad intelectual: es la disposición a cuestionar y explorar ideas más allá de las apariencias.

 

2.- Análisis lógico: es la capacidad de identificar argumentos y distinguir entre razonamientos sólidos y falacias.

 

3.- Evaluación por evidencias: es la determinación de valorar la calidad y relevancia de datos y argumentos, con base en evidencias empíricas o teóricas.

 

4.- Perspectivismo: es la apertura para reconocer y considerar puntos de vista alternativos, para enriquecer la comprensión.

 

5.- Autonomía cognitiva: es la capacidad de pensar por uno mismo, resistiendo presiones externas o sesgos de grupo.

 

6.- Reflexividad metacognitiva: es el saber examinar y ajustar los propios procesos de pensamiento, reconociendo errores y aprendiendo de ellos.

 

“Estas seis prácticas no son habilidades aisladas, sino hábitos mentales que, combinados, permiten a una persona comprender, cuestionar, analizar y mejorar su forma de pensar”, afirma Margery Bertoglia. Luego hace la siguiente relación:

 

“La curiosidad intelectual es el punto de partida: sin ella no hay investigación, ni cuestionamiento, ni mejora del pensamiento. Seguido del análisis lógico, que ayuda a separar lo válido de lo engañoso, lo coherente de lo contradictorio. La evaluación por evidencias nos obliga a no conformarnos con opiniones o suposiciones. Asimismo, una mención especial merece el perspectivismo, que invita a integrar visiones distintas a la propia y nos protege del pensamiento cerrado o dogmático. También, la autonomía cognitiva, que nos permite pensar por cuenta propia, sin dejarnos arrastrar por modas o presiones. Finalmente, la reflexividad metacognitiva es el motor de mejorar que nos permite corregir el rumbo y mejorar continuamente”.

 

No está demás que, de acuerdo con las reflexiones del autor y académico costarricense, se insista en la metacognición –capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento, cuestionar las propias ideas y abrirse a nuevas perspectivas- que mejora la comprensión de los problemas, potencia el aprendizaje estratégico y la capacidad de interactuar efectivamente con los demás. Sus cuatro fundamentos son:

 

1.- Conciencia del propio pensamiento: el individuo reconoce sus procesos mentales, incluyendo sus sesgos, creencias y limitaciones. Ejemplo: “Sé que tiendo a ser impaciente en las discusiones, así que intentaré escuchar antes de responder”.

 

2.- Apertura al perspectivismo: se valora y considera la diversidad de puntos de vista, entendiendo que la realidad es multifacética. Ejemplo: “No estoy de acuerdo, pero me interesa entender cómo llegaste a esa conclusión”.

 

3.- Cuestionamiento estratégico: se evalúa continuamente la validez de las propias ideas y decisiones, ajustándolas según la nueva información. Ejemplo: “Pensaba que esta era la mejor solución, pero después de escuchar otros argumentos, estoy considerándolo”.

 

4.- Aprendizaje adaptativo: se desarrollan estrategias para aprender de los errores y mejorar el razonamiento. Ejemplo: “Fallé en mi planificación anterior porque subestimé los imprevistos. En el futuro, dejaré margen para adaptarme”.

 

El pensamiento crítico y la desinformación

 

Al relacionar el pensamiento crítico como herramienta para combatir la desinformación podemos afirmar que, dada la exposición del ciudadano o consumidor de información, desinformación o falsa información, a través de una infinidad de medios sean tradicionales o digitales, en general es presa de intereses particulares que necesita dilucidar.

 

“Quien recibe información falsa construye su imagen del mundo, lo que él considera realidad, a partir de relatos que no se adecuan correctamente a los acontecimientos, con lo que sus concepciones de lo real, y más todavía, su forma de ser (que está mal construida, mal informada) adolece de una cierta falla”, afirma el profesor español Marcelo López Cambronero.

 

“El problema de la mala información, así como el de la desinformación, no es solamente una cuestión del aspecto racional (toma de decisiones, criterios de juicio), sino que atañe a un sustrato más profundo y que, con mayor propiedad todavía, corresponde a la ética: el propio sujeto se construye de forma fallida, conoce mal la realidad y, por lo tanto, organiza sus relaciones con la misma desde un punto de vista estructuralmente falso”, agrega.

 

Esta tarea educativa -informativa y comunicativa- resulta un gran reto. La sociedad debería cultivar el pensamiento crítico, para dar el salto en lo relacionado con el bien común e interés público, en busca de una participación política consciente y una práctica política que no priorice el marketing y los algoritmos, y deje de lado el dramatismo que invade medios y redes sociales. 

viernes, mayo 16, 2025

La importancia de la recepción crítica en la sociedad

Por Guillermo Mejía

La comunicación masiva siempre ha suscitado debates en la sociedad sobre su calidad, verosimilitud, fidelidad con los acontecimientos y la comprensión sobre los intereses que están en juego en el tratamiento informativo, en un escenario que estaba delimitado sobre todo a los denominados medios de comunicación social.

 

En el presente, el mayor desafío está en el control monopólico de las posibilidades a través de las plataformas digitales con su variedad de productos, especialmente las redes sociales y la manipulación algorítmica, que cada vez ganan mayor espacio frente a esos medios que hasta hace poco centralizaron el discurso público.

 

La sociedad contemporánea posmoderna nos vendió el ensueño de la sociedad de la información bajo el supuesto que los sujetos de la comunicación –los receptores- deberían convertirse en centrales del proceso, pero al final ha sido un fracaso dada la manipulación algorítmica y la participación acrítica de los consumidores en el espacio digital.

 

Para ser justos hay que destacar que en el mundo existen comunidades, movimientos sociales y comunicadores y/o periodistas comprometidos que han roto el esquema impuesto por las transnacionales y los capitalistas locales, y se mantienen trabajando la información y comunicación desde una perspectiva crítica. Pero es la excepción.

 

Si antes notábamos con preocupación una serie de problemas con respecto al hacer de los medios de comunicación, ahora la presencia del entorno digital ha ampliado la crisis si no veamos los discursos que se estilan a través de las redes sociales donde la falsedad, la manipulación y la desinformación con objetivos políticos determinados están a la orden.   

 

En esa dirección, hay que reconocer que “La informatización de la sociedad es un influyente refuerzo de las estructuras económicas existentes, y permite, en nombre de la competencia y de la optimización de los beneficios, un aumento sustancial de las tasas de productividad y de eficacia”, afirma José Martínez de Toda, de la Universidad Pontificia Gregoriana, en Roma.

 

La lucha por lograr el sentido que debería tener la comunicación masiva, donde los sujetos participaran activamente en los procesos, de repente se vuelve imposible bajo paradigmas dominantes centrados en la propuesta informacional que vincula desarrollo tecnológico con calidad de vida. En otras palabras, las máquinas frente a los seres humanos.

 

El profesor Martínez de Toda recuerda que, de cara a los aspectos positivos y negativos de los medios de comunicación, a partir de una producción y consumo responsables ha habido ciertas propuestas de solución:

 

·    Los problemas de los medios quedarían solucionados si sus dueños, administradores y comunicadores cumplieran los criterios éticos. Pero éstos no se cumplen.

·    Y “cuando la ética no es suficiente, se necesitan reglas”. Pero éstas no se cumplen.

·    También se ha hecho autorreglas. Por desgracia, tampoco éstas se cumplen.

·     Se ha acudido también al Defensor del Espectador, importante ante problema tan grave, pero inoperante a pesar de su buena voluntad.

·    Y, así, la última solución es la responsabilidad de los ciudadanos en el uso de los medios, lo que exige su formación y educación en ellos.

 

“Como se ve, se arranca de la responsabilidad individual de quienes están detrás de los medios. Se pasa también por la responsabilidad de quienes hacen las reglas y las deben exigir. Al fracasar todos estos intentos, se recurre de nuevo a la doble responsabilidad, la del comunicador y la del ciudadano usuario”, recalca el catedrático.

 

Sin embargo, esto no quiere decir que la lucha se deba abandonar, pues, muy al contrario, su exigencia es necesaria a fin de conquistar el verdadero sentido de la comunicación masiva. A lo que hay que agregar también la toma de conciencia de los receptores sobre lo que significa el entorno digital y una participación activa, pero crítica de su parte.

 

Las responsabilidades del receptor crítico

 

En ese marco, la responsabilidad del receptor en la comunicación (la tradicional y ahora en el espacio digital) conlleva –conforme a la propuesta del autor- en primer lugar, la formación y educación de los usuarios en medios a fin de que los sujetos tengan diversas dimensiones de esos procesos:

 

1.  El sujeto alfabetizado mediáticamente: Los medios masivos tienen lenguajes propios. Conviene conocerlos para saber lo que quieren decir sus autores. Esto se logra estudiando los planos, campos, estereotipos, símbolos, la estructura narrativa, y los valores éticos y estéticos.

2.  El sujeto consciente: Los medios son un gran negocio y son poderosos. Su objetivo principal es aumentar audiencia para así ganar más dinero y poder. Aquí se estudian los medios como instituciones sociales.

3.  El sujeto crítico: Los medios esconden ideologías y las tratan de imponer. El sujeto debe pasar de ser ingenuo ante los medios y sus mitos a ser crítico con ellos.

4.  El sujeto activo: La audiencia re-elabora los significados propuestos por los medios. El ciudadano debe pasar de ser pasivo y espectador de los medios a activo e interlocutor con ellos de forma que pueda crear su propia cultura.

5.  El sujeto social: La interpretación de los mensajes depende también de las mediaciones sociales. Además, las actividades con los medios deben tener objetivos sociales, como el desarrollo humano y social, la plenitud ciudadana, la democracia.

6.  El sujeto creativo: La cultura se crea a través de los medios. Es la gran oportunidad de incluir nuestros valores en las nuevas producciones o en las reelaboraciones.

 

En segundo lugar, está la educación para la comunicación. La clave es que la verdadera educación para los medios no muere en sí misma, sino que pone en marcha actividades de comunicación y organización a favor de proyectos sociales de diverso tipo.

 

La relación educación-comunicación requiere de tres pasos concretos: 1. Integración de educación y medios de comunicación; 2. Educación para la comunicación; y 3. Educación y comunicación para objetivos sociales. En otras palabras, asumir que la educación y la comunicación son instrumentos básicos que tenemos para la conquista de una sociedad más humana.

 

En tercer lugar, la educación para la organización. No se puede desdeñar el proyecto mediador que debe estar implícito en la educación para los medios como acto social, así debe sustentarse en ser educativo, cultural y político.

 

“En este proyecto tanto educadores como padres, como trabajadores culturales y como educandos, se reconocen políticamente como sujetos históricos en situaciones específicas, desde donde tienen que ejercer las transformaciones de sus condiciones de existencia hacia condiciones más democráticas”, explica Martínez de Toda.

 

“La educación, que pretende objetivos sociales, debe impulsar la comunicación para poder organizarse y así llegar a resultados concretos. Por eso, el proyecto político pasa por la organización”, afirma.

 

En cuarto lugar, está la educación para el desarrollo, o sea la meta social de la educación para los medios: una educación para la vida, que eche una mirada a la sociedad que lleve a reconocer las situaciones conflictivas e injustas, y una educación para la democracia, que conlleve la formación cívica de los alumnos para tener ciudadanos con mayor consciencia democrática.

 

En conclusión, lograr un desarrollo humano y sostenido dentro de un “contexto de globalización solidaria y democrática”. Y, claro, la sociedad necesita de comunicadores y/o periodistas democráticos para que los ciudadanos asuman su responsabilidad frente a los medios. Habría que revisar en nuestro contexto cuál es el compromiso que tenemos desde las propuestas tradicionales y alternativas de la comunicación. Una recepción crítica haría la diferencia.

viernes, abril 18, 2025

La desinformación, víctimas y victimarios

 Por Guillermo Mejía

La sociedad contemporánea subsiste en una maraña desinformativa que va más allá de los medios de comunicación social tradicionales, ya que está enraizada y se nutre de las denominadas redes sociales, espacios que desde el poder y sus contrincantes se privilegian para comunicar, informar y también desinformar.

El presidente salvadoreño Nayib Bukele es fiel ejemplo de esta forma de dirigirse al conglomerado y a los periodistas no les ha quedado otra que –como sucede alrededor del planeta- estar 24/7 atentos a cualquier mensaje instantáneo del mandatario a través de las redes sociales.

Por eso llamó la atención de periodistas y medios el comunicado de la Secretaría de Prensa de la Presidencia sobre sus esfuerzos por recuperar la cuenta de la instancia oficial en la red social X (antes Twitter), en la que informan sobre las actividades de Bukele, aunque advirtieron que siguen publicando en otras como Facebook, Tik Tok, Instagram, You Tube y WhatsApp.

Y es que para todo gobernante actual resulta muy cómodo y menos comprometedor frente a las labores de la prensa, en especial la que se asume crítica, no dar cuentas directas de la administración pública, mucho menos encarar a los periodistas por medio de las conferencias de prensa que, como en el caso de Bukele, pasaron a retiro.

El uso de las redes sociales por parte del presidente y muchos de sus funcionarios conlleva una serie de actos que desdicen de su compromiso con la democracia, ya que es común el bloqueo de críticos, dentro de una estrategia más amplia que implica censura y autocensura de periodistas, y la existencia de una red de influencers progobierno.

Si bien enfocamos la figura de Bukele y sus funcionarios, eso de ninguna manera quiere decir que estas formas de comunicación, información y desinformación se producen en una sola vía, ya que sus contendientes o detractores también usan este tipo de herramientas a fin de impactar en los consumidores y generar opinión pública favorable a sus objetivos políticos.

El ecosistema mediático salvadoreño completa ese cuadro dentro de la dicotomía de estás con el presidente Bukele, tal cual juraron no quejarse, o estás en contra del presidente Bukele. Los costos sociales de esta desnaturalización del compromiso por parte de muchos medios de comunicación social en cualquier dirección son altos. Las fallas están a la orden del día.

En esas circunstancias, se produce mucha desinformación, entendiendo la misma como resultado de información errónea, que no es creada con la intención de hacer daño, y de información perjudicial, que es aquella que parte de la realidad con la intención de dañar a las personas, instituciones, organizaciones o países, según el experto Jean-François Fogel.

Con el establecimiento del aparataje digital, en especial las redes sociales, la desinformación se ha vuelto “una amenaza compleja y en un riesgo importante para las democracias y la confianza en las instituciones”, afirmó recientemente un grupo de académicos e investigadores españoles en la publicación digital The Conversation.

Para sustentar la complejidad del fenómeno, los expertos trajeron a cuenta que en el inglés llegan a considerar hasta tres términos para diferenciar sus características: 1. Malinformation, desinformación basada en hechos, pero extraída de su contexto original para engañar, dañar o manipular; 2. Misinformation, es información falsa que se difunde por desconocimiento, por error o equivocación, sin intención de dañar; y 3. Disinformation, es información deliberadamente falsa diseñada para engañar e influir en la opinión pública u oscurecer la verdad con fines maliciosos.

Pero en español “empleamos mal el concepto para describir también otros supuestos como, por ejemplo, el desconocimiento de un hecho”, afirmaron. “Sin embargo, la falsedad, la manipulación y la tergiversación de la realidad tienen formas poliédricas que a veces, por su sutileza, resulta complejo identificar”, agregaron.

En esa dirección, los 11 académicos e investigadores, representantes de 10 instituciones españolas, lograron recopilar 125 términos sobre desinformación que han sido integrados como parte de un capítulo de la publicación del Foro contra las campañas de desinformación en el ámbito de la seguridad nacional (2024).

En el material de The Conversation incluyen una selección de términos relacionados con la desinformación, para conocimiento de las audiencias:

-Ataque mariposa. Técnica similar al astroturfing, pero con un enfoque diferente: en lugar de apoyar temas o grupos con la ilusión de un movimiento de base, se utiliza para infiltrarse, dividir y desactivar comunidades, campañas y grupos ya existentes. Nombre propuesto en 2017.

-Cherry-picking. Falacia de prueba incompleta o de atención selectiva consistente en considerar válidos únicamente los datos o pruebas que confirman una idea o postura propia mientras se descartan las informaciones que la contradicen. También se establece cuando se defiende una opinión seleccionando solo las evidencias y argumentos que lo corroboran.

-DARVO (Deny, Attack and Reverse Victim and Offender). Su traducción literal es Negar, Atacar y Revertir Víctima y Agresor. Se trata de una técnica reactiva y manipuladora que consiste en negar la evidencia y defenderse atacando, invirtiendo las figuras de víctima y agresor. Se emplea para silenciar a personas o grupos mediante críticas y para culpabilizar a la víctima del ataque.

-Defensa Chewbacca. Técnica de propaganda defensiva que consiste en plantear argumentos sin sentido con el objetivo de confundir al atacante o acusador. Se basa en apabullar con mentiras o falacias mediante la exposición de temas, ejemplos y asociaciones que no tienen relación alguna con el tema tratado para desviar la atención y sembrar dudas.

-Deplatforming. Acción de retirar, limitar, bloquear o privar deliberadamente a ciertos actores el acceso de individuos, organizaciones o grupos que infrinjan políticas de uso de plataformas en línea, proveedores de servicios y servicios críticos. Esta medida está relacionada con la práctica de moderación del contenido determinando su idoneidad para un sitio, localidad o jurisdicción determinados y reduciendo su propagación e impacto.

-Estrategia híbrida. Empleo intencionado y sincronizado de diversas acciones de tipo político, económico, social, diplomático, militar e informacional para aprovechar la vulnerabilidad de un oponente en esos distintos ámbitos –habitualmente, un país objetivo- para ejercer coerción en su toma de decisiones políticas y obtener ventaja competitiva. De forma concreta, estas estrategias pueden incluir campañas de desinformación, ciberataques, espionaje, subversión social, sabotaje y coacción económica.

-Factoide. Creencia popular sin base factual. Afirmación o dato falso, impreciso o trivial que se convierte en un hecho supuestamente incontrovertible a raíz de su repetición en múltiples fuentes.

-Galope de Gish (Gish Gallop). Técnica de propaganda y réplica en debates que consiste en emitir una multitud de mensajes en un corto período de tiempo donde la cantidad y rapidez de los argumentos prevalecen sobre su veracidad. Proviene su nombre de un creacionista llamado Duane Gish, que empleaba esta técnica contra los defensores de la teoría de la evolución.

-Impersonation (clon, suplantación de identidad, Doppelgänger). Técnica de manipulación informativa mediante la cual se clona o se suplanta la identidad de entidades legítimas y reales como, por ejemplo, medios de comunicación, organizaciones públicas y personas con el objetivo de engañar al público y difundir información falsa o engañosa.

-Manipulación informativa FIMI (Foreign Information Manipulation and Interference). Su traducción literal es Manipulación e Interferencia de Información Extranjera y describe un patrón de comportamiento, en su mayoría no ilegal, que tiene por objetivo amenazar o generar un impacto negativo en los valores democráticos y procesos políticos. Tal actividad es de carácter manipulador, llevada a cabo de manera intencional y coordinada por parte de actores extranjeros y sus representantes dentro y fuera de su territorio.

-Pseudoescepticismo. Se refiere a las posturas negacionistas que se autodefinen como escépticas. No debe confundirse ni con el escepticismo inherente a la práctica científica ni con el escepticismo filosófico.

Contrarrestar la desinformación y sus variantes es tarea gigante. El papel del Estado es crucial, pero hay que preguntarse si realmente está interesado en sociedades, como la salvadoreña, donde las instituciones están cooptadas por el gobierno de turno que lamentablemente, al igual que muchos de sus detractores políticos, le apuestan a la desinformación.

De la misma manera se pueden demandar acciones concretas en función de la alfabetización mediática por parte del sistema de medios de comunicación social, pero también surge la interrogante en cuanto algunos asumen su condición de vasallos del gobierno, mientras otros -que asumen ser críticos- muchas veces exponen materiales que carecen de rigor.

La maraña desinformativa, pues, muestra su músculo dentro de la sociedad. Un esfuerzo societal debe ser la respuesta.

viernes, marzo 21, 2025

Los periodistas en la encrucijada

 Por Guillermo Mejía

La instauración de un modelo político autoritario en la sociedad, que implica censura y persecución de periodistas, el desplazamiento del interés de los consumidores para acceder a la información por medio de “influencers” y la presencia cada vez más fuerte de mecanismo de Inteligencia Artificial (IA) en el terreno profesional son retos para el periodismo en la actualidad.

Con el empoderamiento de figuras autoritarias que han seducido a amplios sectores de la sociedad se han cerrado las puertas al diálogo, el consenso y el acuerdo por medio de posturas racionales, a la vez que está proscrito el disenso, así como la transparencia y la rendición de cuentas por parte del poder.

La clave ha sido la explotación de las posturas irracionales, que se nutren del sentimentalismo y del carácter histriónico de líderes políticos populistas, que cuentan a su favor con las posibilidades que otorgan las redes sociales y el servicio de troles, a los que se suman cantidad de “influencers” políticos pre-pago que persuaden a los consumidores.

El escritor, periodista y decano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Jelani Cobb, advirtió hace poco que frente al escenario tan deprimente en la sociedad por tales circunstancias -que significa amenazas a la democracia- cobra fuerza la pregunta simple y a la vez profunda que subyace a los conflictos de la era del covid: ¿en quién confías?

“Maquiavelo postuló que quienes quisieran ejercer el poder debían utilizar cierta proporción de fuerza y fraude. La democracia, sin embargo, exige de nosotros una tercera F: la fe, la confianza fundamental en la racionalidad de nuestros conciudadanos, la creencia de que las instituciones de las que depende la sociedad son capaces de y están dispuestas a ejecutar las tareas que se les encomiendan”, dijo Cobb al presentar la Reuters Memorial Lecture 2025.

“Esta no es una fe ingenua y crédula. Por eso las democracias necesitan mecanismos para contrarrestar y controlar el poder de sus estructuras oficiales. Aun así, el sistema de autogobierno requiere una porción de confianza en que este esquema clamoroso e idealista es capaz de funcionar”, agregó.

Según Cobb, el manual es la demonización demagógica de los grupos étnicos y religiosos, y los ataques característicos a instituciones de rendición de cuentas como el periodismo. Trajo a la memoria, por ejemplo, la conversación de la periodista estadounidense Lesley Stahl con el presidente Donald Trump, en 2016, donde éste le dijo que sus ataques a la prensa estaban diseñados para lograr un objetivo específico: “Lo hago, contó más tarde Stahl, “para que cuando escribas historias negativas sobre mí la gente no te crea”.

“Cabe señalar que el periodismo tiene una desventaja inherente al desafiar la demagogia. El sello distintivo del periodismo de calidad es su capacidad para representar las complejidades del mundo en sus matices y detalles adecuados. Los demagogos no necesitan tales sutilezas. Pintan con pinceladas amplias y colores primarios. Antes que nada, los periodistas somos leales a la verdad. Los demagogos no”, afirmó Cobb.

Y continuó: “Cualquier periodista presente sabe que los políticos mienten. Sin embargo, lo que distingue la evasión política de siempre de las invenciones de un demagogo es la facilidad y el volumen con el que se difunden estas falsedades. En cualquier caso, la interpretación del mundo que hacen los demagogos es legible y comprensible. Todos los problemas tienen soluciones claras y todas las dificultades de la vida son fácilmente atribuibles a culpables específicos”.

El problema de los periodistas no es solo que el público no confíe en ellos, sino que sí confía en otros intermediarios que mienten. Por lo tanto, hay una crisis de credibilidad, además de una crisis de credulidad, según Cobb. Por ejemplo, los periodistas fueron reacios al principio a calificar como mentiras las falsedades de Trump, así como evidenciar un comportamiento racista a su disposición a los estereotipos raciales.

También hay que destacar el problema de la capitulación de algunos medios de comunicación frente a Donald Trump, tanto en las elecciones pasadas como en el segundo ejercicio presidencial, comportamiento que plantea serias dudas sobre la voluntad de algunos medios de informar sin temor sobre la administración y agravan la crisis de confianza. Establecer pactos de conveniencia entre medios y el poder es totalmente bochornoso, aunque común en la sociedad.

Nuevas realidades: la IA y los "influencers"

Cobb reconoció la robustez de la agencia Associated Press (AP) de no acatar la exigencia de Trump de referirse al Golfo de México como el Golfo de América, en coherencia con el manual de estilo de la agencia, lo cual ha significado la prohibición a sus periodistas en ruedas de prensa de la Casa Blanca y su exclusión de los viajes presidenciales. Como respuesta, la AP ha presentado una demanda basada en la Primera Enmienda.

A fin de lograr la confianza del público en los periodistas, Cobb dijo que “El periodismo debería emular a las ciencias sociales, donde cada fuente está documentada, y a las ciencias duras, donde cada hallazgo debe ser replicable. En esos ámbitos, mostrar cómo se llegó a las conclusiones ha sido durante mucho tiempo un requisito profesional”.

“Cada pieza periodística importante debe ir acompañada de un hipervínculo con un título que diga cómo se reportó esta historia, donde un lector o espectador pueda encontrar los documentos, entrevistas e investigaciones que se relacionan con la historia que acaban de leer. Si así lo desea, el lector debería seguir estos pasos y sacar las mismas conclusiones. Esto no sólo minimiza el argumento de que las noticias, como dicen los cínicos, son simplemente inventadas, sino que arroja un desafío ante otro tipo de medios con los que ahora debemos competir por la influencia pública”, añadió.

En esa misma dirección se ubica como una preocupación válida la proliferación de “influencers” y comunicadores digitales que operan sin contemplar los estándares profesionales del periodismo y que, por un lado, cuestionan el quehacer del periodismo de calidad y, por el otro lado, están impactando sobre los consumidores de la información.

Como se estableció en el foro sobre La transformación del periodismo digital con El País, desarrollado recientemente por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), de España, en el presente se observa un creciente escepticismo hacia los medios periodísticos tradicionales, con lo que se manifiesta una crisis de relevancia y credibilidad.   

“La revolución digital ha dado un altavoz a muchos, también facilita la aparición y extensión de fake news, también ha complicado la distinción entre información veraz y falsa, pero también ha permitido a los periodistas acceder a una cantidad de información sin precedentes”, afirmó el periodista y catedrático Javier Moreno, en el foro de la UNIR.

En similar posición se destacó el papel de los mecanismos de la Inteligencia Artificial (IA) en relación con la práctica periodística, por cuanto representan una valiosa herramienta de apoyo para el trabajo de los profesionales del campo, si se utilizan de manera correcta, pero que no pueden suplantar al ser humano, ya que son susceptibles al error y a la desinformación.

Para remarcar lo anterior, el catedrático Víctor Gutiérrez Sanz afirmó en el encuentro que “la Inteligencia Artificial puede ayudarnos a personalizar la experiencia del usuario, pero siempre debe estar al servicio del periodismo, no al revés”, ya que la tecnología debe complementar el trabajo de los periodistas, pero nunca reemplazarlos.

Resulta lamentable que esas preocupaciones y discusiones no bajen a los ciudadanos que son los titulares del poder y cuentan de manera inherente con el derecho a la comunicación y a la información, y que –al contrario- sean víctimas, junto a los periodistas de calidad como servidores públicos, de los embates del autoritarismo reinante y proclives a la desinformación.